lunes, 12 de marzo de 2018

BENDITA SEA LA MENTIRA.

AYF INFORMATIVO 
LA ALTAGRACIA, REP.DOM.POR M.A.RUBÉN DARÍO CASTILLO CASTILLO. 


Normalmente la sociedad, desde  el hogar hasta los demás órganos socializadores, enseñan que "la mentira tiene pies cortos y no llega lejos", y que la verdad se impone tarde o temprano.  Nada más falso.

Lo primero que debemos aclarar es que lo contrario a la verdad, no es la mentira. Lo contrario a la verdad es la falsedad. Por su parte, el antónimo de la mentira es la transpariencia, no la verdad. El que miente sabe que está mintiendo, esto es, oculta o cambia la interpretación de los hechos,  y conoce lo que los demás quieren saber, pero premeditadamente los modifica u oculta, porque le conviene.

Es importante acotar, que los seres humanos no percibimos la realidad real. Sólo captamos una realidad simulada por nuestros cerebros. Ni nuestros ojos, oídos, olfato, gusto, tacto, y los más de veinte sentidos que poseemos, pueden aprehender la realidad tal cual es. Por consiguiente, nuestro cerebro oculta la "verdadera" realidad, y nos hace percibir una realidad simulada, y, en consecuencia, no transparente.

Con sobradas razones el filósofo  alemán Frederiek Niestzsche señaló: "no hay hechos. Sólo interpretaciones de los hechos". Asimismo, el filosofo francés Jacques Derrida definía la verdad como:  "la mentira establecida, que le ha ganado la competencia al resto de mentiras". 

De acuerdo a estudios realizados por el especialista Jordi Goldberg, una persona miente en promedio de 3 a 4 veces cada 10 minutos. En este sentido cabe preguntarse, ¿por qué miente la gente?. La respuesta es sencilla. El ser humano es mentiroso por naturaleza, por dos razones. 

La primera está relacionada con el instinto de supervivencia. El reino animal es un ejemplo de engaño: la planta carnívora engaña a su presa para atraparla. La mariposa monarca tiene en sus alas unos ojos parecidos a los del búho, para asustar a su depredador. El camaleón se camufla. En el ser humano pasa lo mismo. Si siente algún tipo de riesgo, va a mentir para tratar de sobrevivir, y defender su familia y sus bienes.

 La segunda razón viene con el desarrollo  cerebral del ser humano, el cual le permite utilizar el proceso cognitivo para sacar provecho de situaciones dificiles y riesgosa. Todo se hace a través del engaño deliberado.

En consecuencia, los actuales seres humanos deberían dar gracias a sus ancestros que mataron,  simularon, engañaron y mintieron para lograr sobrevivir. Por eso están ahora aquí. Y para continuar también  requerirán de la mentira. Incluso,       la facultad de mentir está presente en los niños, aunque no la hayan desarrollado totalmente, por estar su cerebro en formación. 

Ahora bien, en una sociedad donde todos mentimos, pero decimos que no lo hacemos, y enarbolamos la verdad como trofeo, es importante comprender que la mentira burda no es bien vista. 

La sociedad exige que se  mienta    con elegancia, a saber, que las mentiras que se hablen se parezcan a las "verdades" que la gente quiere escuchar, y que no sea descubierto. En este sentido, el mentiroso por excelencia es aquel que se cree sus propias mentiras. De ese grupo sale el mejor político, el mejor amante, la mujer más elegante, el hombre más popular y el mejor líder.

  El que compite basado en lo que la sociedad llama verdad va en desventaja. La mentira permite salir airoso al ser humano en un mundo cada vez más competitivo, como en los albores de la humanidad. Y al final podrá decir: Bendita sea la mentira.










M.A. RUBÉN DARÍO CASTILLO CASTILLO